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8.6.08

Recuperar el valor de la palabra empeñada

En medio de la cultura del "papelito habla", que nació como hija de la modernidad positivista y de estado de derecho, la palabra empeñada ha venido teniendo cada vez menos valor.

En el pueblo en el cual vivo he podido conocer un señor que vendió un terreno y le entregó las escrituras al papá de una de las lobeznas de mi grupo y sólo le pidió a cambio "su palabra", nada de contratos, papeles notariales, y las cosas que se acostumbran en trances tan complicados.

Más de uno de quienes conozco pensaron que el señor está loco... y sí, lo está en la lógica imperante. Pero no en la del honor, en la de las personas honorables.

Cuando una persona honorable da su palabra de que va a cumplir algo, se muere en la raya intentando llevar a cabo lo prometido.

Sí, lo entiendo: hoy hay que educar también en una cultura de derecho, de contratos, de leyes y responsabilidades bien tipificadas, por escrito: vivimos un mundo muy complejo y los puros decires no bastan.

Pero que los decires no basten no quiere decir que no sean importantes y que un amplio espectro de la vida social y política no deban estar respaldados por la palabra de los actores involucrados. Y los scouts somos una excelente oportunidad para demostrar que la palabra -y el honor que lleva implícito- no son piezas de museo.

Decimos todos quienes portamos en el lado izquierdo de nuestra camisola (o polo o camiseta, según el uso reglamentario que hayamos optado) la flor de lis: "Yo prometo por mi honor hacer cuanto de mí depende por cumplir mis deberes para con Dios y la patria, ayudar al prójimo en cualquier circunstancia y cumplir fielmente la ley scout".

En otras palabras entregamos nuestra palabra de que haremos lo que de nosotros dependa (lo que no, ¡pues no!, diría mi compadre) por cumplir los deberes, por ayudar al prójimo y por cumplir fielmente la ley scout.

Lo hacemos no porque el jefe de tropa o de grupo o el presidente de provincia o el jefe scout nacional lo digan, sino porque nosotros dimos nuestra palabra.

En un juego, decimos la verdad porque somos honorables. Somos leales y cerramos la boca cuando hablan mal de alguien de nuestro grupo, porque somos honorables. Nos privamos de un poco de descanso en el campamento y ayudamos al pie tierno, porque somos honorables.

Esto es básico y por eso la aceptación voluntaria del compromiso llamado promesa es la piedra angular del método scout.

La propia palabra de un lobato, scout, caminante o rover es lo que nos da autoridad para pedirle un mejor esfuerzo, que esté siempre listo para servir: simplemente porque él o ella se comprometió y dio su palabra.

Este es el sentido de entregar ahora las insignias de progresión al inicio de una etapa en la vida de sección: porque creo en la palabra que empeñaste de hacer cuanto de ti depende, te invito a que hagas tu mejor esfuerzo por caminar como lobo saltador (o pista o lo que sea, dependiendo de la sección).

Hoy no queremos hacer énfasis en el premio adquirido, sino en algo más importante: en el punto de partida mismo que es nuestro honor, expresado en el valor de la palabra que empeñamos públicamente.

jrrv, junio 2008

2 comentarios:

Heiscer dijo...

Totalmente de acuerdo y con mucho gusto me uno a este foro.

Los valores como el honor son fundamentales en la educación de cualquier ser humano, ya que permite el desarrollo de un futuro sin mentiras, basado sólo en la confianza entre hermanos de raza.

Heiscer dijo...

Totalmente de acuerdo, los valores como la honestidad de la palabra dada nos permiten cimentar relaciones duraderas y auténticas, necesarias para el sano desarrollo de cualquier ser humano.