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24.5.09

La confianza y la formación scout para la ciudadanía

Este texto lo preparé para el blog de la roca del consejo, http://blog.larocadelconsejo.net

Debe ser conocido para todos los lectores de nuestro blog que la OMS decretó que hay una pandemia en el mundo, originada por una nueva cepa del virus de la influenza humana y dio muchas recomendaciones para todos los países.

En México, el país donde vivo, esto trajo problemas mayúsculos. El 27 de abril fue decretada una gran alerta epidemiológica. Con el fin de evitar el contacto social fue decretada la suspensión de labores educativas, desde maternal hasta universidad: una tercera parte de la población del país dejó su vida cotidiana. Días después se anunció que igual suerte sufrirían durante cinco días las labores industriales. Sólo quedaron en pie las actividades de servicios.

Hubo recomendaciones para evitar el contagio, muy elementales, por cierto: lavado y desinfección frecuente de manos, evitar saludo de beso y de mano, limpiar frecuentemente con antibacterial los objetos que pudieran ser foco de contagio.

La idea -en la versión de las autoridades- era que se evitara un contagio que se saliera de control y para el cual el país no estaba preparado por carecer de infraestructura sanitaria adecuada.

Hubo todo tipo de reacciones. Me llamó la atención, en especial, que una vez más surgieron las teorías complotistas. Hubo de todo tipo de explicaciones. Mucha gente determinó que en realidad no existía la tal epidemia y que continuaría su vida normal.

Hoy al parecer el brote epidemiológico está bajo control. Siguen apareciendo casos en todo el mundo, pero no necesariamente hay las consecuencias que se preveía cuando al principio de todo esto se lidiaba con algo nuevo, inédito.

He reflexionado sobre esto y qué nos toca a los scouts en situaciones así.

Tal vez influidos por las películas norteamericanas pensamos en una epidemia y vemos montones de cadáveres apilados, contaminaciones que nos deforman y nos matan en cuestión de horas. Las cosas no son tan dramáticas. Hay epidemia aunque no veamos efectos tan transtornadores.

Esto llevó a acciones de desconocimiento de las medidas dictadas por la autoridades, al menos en mi país. Se desconfía tanto de los políticos y administradores públicos (y no sin justa razón), que se ha decidido prescindir de ellos, incluso en casos de contingencia.

Este camino, siendo práctico, es muy peligroso: muestra que se ha resquebrajado algo fundamental, señalado ya por pensadores como Giddens o Luhmann y constatado por nuestra experiencia plasmada en la ley scout: la confianza.

Vivir en sociedad implica un mínimo de fiabilidad: tenemos que creernos unos a otros, máxime en situaciones de emergencia, como ésta. Me parece que se hace muy poco favor a la educación para la ciudadanía que conlleva nuestro movimiento cuando la actitud de los adultos en el movimiento es la desconfianza y el desconocimiento de las autoridades. Creo que en estos momentos hay que hacer obediencia civil y trabajar porque nuestros chicos y sus familias también la hagan.

Ya vendrá el momento de la vigilancia ciudadana, de pedir cuentas a las autoridades, de revisar críticamente si lo que hicieron fue lo correcto o no, si están preparados para el ejercicio de sus funciones o se requieren personas más cualificadas para su puesto.

En la ciudadanía no deben estar peleadas la confianza fundamental para establecer un proyecto mínimamente común y la crítica y el ejercicio de la política como demanda del bien común.

Creo que los scouts formamos en ciudadanía cuando ayudamos a tener esa confianza, de forma crítica, reactiva y propositiva, cuando acercamos a las chicas y a los chicos a la realidad de que en la vida social hay más que el individualismo consumista al cual nos hemos venido acostumbrando.

La Asociación de Scouts de México, A. C. se sumó a las medidas gubernamentales, no así los scouters y dirigentes concretos. En esta ocasión no pasó mayor cosa... ¿y si hubiera sucedido?

Acciones pequeñas pero realizadas con entendimiento y firmeza van haciendo que el escultismo no sea una ludoteca, sin un lugar para formar mujeres y hombres muy coherentes y responsables consigo mismos, con los demás, con el mundo y su propia religión: Dios, Patria y Hogar.

23.3.09

Método - programa scout, caminantes y educación a la ciudadanía

Hace unos cuantos días leía un texto de Phillipe Meirieu, un pedagogo francés, quien en su Carta a un joven profesor, invitaba a quien esté interesado en la educación a que considere la importancia de formar a la ciudadanía, a la posibilidad de que mujeres y hombres rompamos el cerco de nuestro propio individualismo para comprometernos en común por mejores condiciones de vida, para mayor dignidad humana.

     Él propone dos cosas, que considera básicas en la acción educativa: permitir la autonomía de pensamiento, que cada quién pueda sustraerse al dominio de quien quiere detentar visiones del mundo como si fueran las únicas y la formación en el sentido de pertenencia, que los educandos puedan ser parte de un algo mayor a ellos mismos como lo puede ser un grupo… todo ello como pedagogía para que las personas podamos trabajar codo a codo en la resolución de nuestros problemas.

     Y entonces pensé que el método y el programa scouts son una excelente posibilidad para eso, para la educación a la ciudadanía.

     La adolescencia es una excelente época para formarse la propia visión del mundo, pero eso requiere que muchachos y muchachas tengan la oportunidad de hablar, porque al hablar todo ser humano, pero en especial los de esa edad, van aclarando lo que entienden, sus propios puntos de vista, sus incoherencias.

     Educar significa entre muchas cosas potenciar la palabra, que la gente hable y los equipos caminantes son excelente opción para ello: porque introducen en la realización de proyectos que hay que discutir en común, porque en los juegos democráticos pueden dar muy buen espacio para confrontarse.

     El sistema de pequeños grupos comprometidos en proyectos que van más allá de su propia diversión es también excelente pretexto de formación ciudadana. En ellos es posible relativizar el propio egocentrismo, darse cuenta que hay más necesidades que las propias y buscar alternativas de solución humilde, pequeña, pero viable y por ello inapreciable.

     El escultismo es educación para la ciudadanía, pero requiere scouters que lo permitan: no monopolizando la palabra ni la acción educativa; todo lo contrario… involucrando en su propia formación a individuos en grupo para que descubran su aporte a la sociedad en el servicio.

8.3.09

Mujeres y lobatismo: en el día internacional de la mujer


Imagen tomada de http://www.fyresight.com/kristensk/pics/raksha.jpg

Todo el asunto ese de Mowgli se hubiera mal logrado sin más a no ser que Raksha -la loba reconocida por su fiereza cuando de defender a sus pequeños se trataba- no hubiera intercedido por la "rana desnuda" que se quedó a vivir en la manada del Pueblo Libre para protagonizar las aventuras con las que todavía hoy logramos emocionarnos en el Seeonee del escultismo.

Sin las "rakshas" y "akelas" y todas las viejas lobas que desde el inicio del lobatismo han sido alma de las manadas con las cuales se abrió un lugar esculta para niños y ahora también las niñas nada hubiera llegado a ser como hoy es.

En el día internacional de la mujer van estas líneas agradecidas para las lobateras que han entregado una buena parte de sí para la formación de niñas y niños invitándolo con su entrega y ejemplo a ser "siempre mejores".

9.2.09

O me pasas hoy a tropa o me paso yo solita

En una manada que conozco un día llegó Rikki Tikki Tavi con su Akela y le dijo: "O me pasas hoy a tropa o la próxima semana me paso yo solita y vengo ya de verde".


Era el mes de abril y la pequeña aducía que desde la posada de grupo ella ya le había dicho al viejo lobo que no quería ya estar en la manada. En cierta forma influido por los papás Akela la convenció de quedarse una "temporadita más" en lo que terminaba los requisitos para que se le tramitara la insignia de desarrollo óptimo, propia de la Asociación de Scouts de México, A. C., a la cual pertenece su grupo.


Ella, motivada por la posibilidad de la insignia y ante la presión de padres y viejos lobos aceptó, pero en el fondo con desagrado.


Vivió todavía tres meses erráticos como lobezna, su colaboración fue difícil, los viejos lobos indebidamente decidieron que no tenía méritos para su insignia (indebidamente porque la reglamentación no habla de "méritos" como requisito para ella) y al final se armó de valor, confrontó a su Akela y se fue. Por esas cosas que tiene la vida ella ya no siguió a la tropa en su grupo.

Ahora ella es tropera en otro grupo, muy contenta con chicas y chicos de su edad. Y espero que su ex-manada hoy sea más experta en "puentear" más oportunamente a sus cachorros a la aldea de los hombres.

A veces debemos decir no

Hace días una vieja loba de una manada mexicana consultaba en un foro de pares sobre qué hacer ante un caso que se presenta en su manada y que tiene que ver con un lobato que actua de manera diferente a los otros niños que atienden.

Ha habido respuestas con consejos y sugerencias diferentes, la mayoría muy buenos, la mayor parte de ellos señalan que cuando en una manada hay un pequeño o una pequeña que requiere atención especializada hay que hacer al menos tres cosas: tener mucho contacto con la familia, con el especialista que lleva el tratamiento y ponerse a estudiar y a aprender para que la intervención educativa de los viejos lobos pueda ser adecuada. Comparto, en lo general, estos criterios.

Creo, sin embargo, en que hay que hacer hincapie en la prudencia y la humildad que han de caracterizar a todo scouter: también se vale decir "NO, NO PODEMOS ATENDER A ALGUIEN EN ESA CIRCUNSTANCIA".

Se trata de prudencia, porque aceptar la participación de chicas y chicos cuyas circunstancias específicas no entendemos, es aceptar correr riesgos posiblemente innecesarios, en especial cuando nos encontramos al aire libre; de humildad, porque hay que reconocer nuestros límites, en especial si no tenemos el tiempo o la capacidad para formarnos para atender el caso específico que se nos presente.