Debe ser conocido para todos los lectores de nuestro blog que la OMS decretó que hay una pandemia en el mundo, originada por una nueva cepa del virus de la influenza humana y dio muchas recomendaciones para todos los países.
En México, el país donde vivo, esto trajo problemas mayúsculos. El 27 de abril fue decretada una gran alerta epidemiológica. Con el fin de evitar el contacto social fue decretada la suspensión de labores educativas, desde maternal hasta universidad: una tercera parte de la población del país dejó su vida cotidiana. Días después se anunció que igual suerte sufrirían durante cinco días las labores industriales. Sólo quedaron en pie las actividades de servicios.
Hubo recomendaciones para evitar el contagio, muy elementales, por cierto: lavado y desinfección frecuente de manos, evitar saludo de beso y de mano, limpiar frecuentemente con antibacterial los objetos que pudieran ser foco de contagio.
La idea -en la versión de las autoridades- era que se evitara un contagio que se saliera de control y para el cual el país no estaba preparado por carecer de infraestructura sanitaria adecuada.
Hubo todo tipo de reacciones. Me llamó la atención, en especial, que una vez más surgieron las teorías complotistas. Hubo de todo tipo de explicaciones. Mucha gente determinó que en realidad no existía la tal epidemia y que continuaría su vida normal.
Hoy al parecer el brote epidemiológico está bajo control. Siguen apareciendo casos en todo el mundo, pero no necesariamente hay las consecuencias que se preveía cuando al principio de todo esto se lidiaba con algo nuevo, inédito.
He reflexionado sobre esto y qué nos toca a los scouts en situaciones así.
Tal vez influidos por las películas norteamericanas pensamos en una epidemia y vemos montones de cadáveres apilados, contaminaciones que nos deforman y nos matan en cuestión de horas. Las cosas no son tan dramáticas. Hay epidemia aunque no veamos efectos tan transtornadores.
Esto llevó a acciones de desconocimiento de las medidas dictadas por la autoridades, al menos en mi país. Se desconfía tanto de los políticos y administradores públicos (y no sin justa razón), que se ha decidido prescindir de ellos, incluso en casos de contingencia.
Este camino, siendo práctico, es muy peligroso: muestra que se ha resquebrajado algo fundamental, señalado ya por pensadores como Giddens o Luhmann y constatado por nuestra experiencia plasmada en la ley scout: la confianza.
Vivir en sociedad implica un mínimo de fiabilidad: tenemos que creernos unos a otros, máxime en situaciones de emergencia, como ésta. Me parece que se hace muy poco favor a la educación para la ciudadanía que conlleva nuestro movimiento cuando la actitud de los adultos en el movimiento es la desconfianza y el desconocimiento de las autoridades. Creo que en estos momentos hay que hacer obediencia civil y trabajar porque nuestros chicos y sus familias también la hagan.
Ya vendrá el momento de la vigilancia ciudadana, de pedir cuentas a las autoridades, de revisar críticamente si lo que hicieron fue lo correcto o no, si están preparados para el ejercicio de sus funciones o se requieren personas más cualificadas para su puesto.
En la ciudadanía no deben estar peleadas la confianza fundamental para establecer un proyecto mínimamente común y la crítica y el ejercicio de la política como demanda del bien común.
Creo que los scouts formamos en ciudadanía cuando ayudamos a tener esa confianza, de forma crítica, reactiva y propositiva, cuando acercamos a las chicas y a los chicos a la realidad de que en la vida social hay más que el individualismo consumista al cual nos hemos venido acostumbrando.
La Asociación de Scouts de México, A. C. se sumó a las medidas gubernamentales, no así los scouters y dirigentes concretos. En esta ocasión no pasó mayor cosa... ¿y si hubiera sucedido?
Acciones pequeñas pero realizadas con entendimiento y firmeza van haciendo que el escultismo no sea una ludoteca, sin un lugar para formar mujeres y hombres muy coherentes y responsables consigo mismos, con los demás, con el mundo y su propia religión: Dios, Patria y Hogar.