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25.6.08

Yo creí que todos eran sus hijitos!!!

Eran los buenos tiempos en los cuales viajar en tren era posible y los lobatos usaban shorts, camisa blanca, sweater azul y gorrita verde.

En un vagón, rumbo a una cacería veracruzana, iban los otrora viejos lobos del grupo 3 de Puebla, esforzándose porque sus lobitos hicieran de ese un viaje memorable. En un extremo, la mitad de la manada iba con su Akela Víctor y su Raksha Ale, a la sazón veinteañeros.

Cerca del lugar una señora pasaba los ojos de los scouters a los chiquillos. Tenía una cara como entre asombrada, inc´redula y curiosa. En algún momento un lobato pidió ir al baño y Akela lo llevó a tan apacible lugar, situado a un vagón de distancia. La señora tomó el lugar abandonado involuntariamente por tan gentil caballero.

Al regreso del lobo que comanda la manada, su compañera de selva y la recién allegada conversaban como sólo las mujeres en un viaje pueden hacerlo. Al cabo de un rato sonó una estruendosa carcajada.

Llevado por la curiosidad Víctor preguntó el motivo de la risa... La señora confesó que cuando los lobitos y sus lobotes llegaron ella se sorprendió de verlos a todos tan bonitos, con su gorrita, su suetercito, su pañoletita, así, vestiditos igualitos, como hermanitos. Y se decía que qué pareja tan bonita, con sus hijitos.

Pero como el pueblo libre siempre dice la verdad... hubo que desengañar a tan buena compañera de viaje.

Actuar desde el punto de vista de los lobitos y lobitas

Hace poco estuve en un campamento de Danzas y Canciones en Guadalajara y ahí una dirigente de manada me preguntó qué cómo podía saber si era o no muy exigente con los niños, que porque varias veces le habían comentado que les gritaba mucho a los niños; a lo cual yo le respondí con una experiencia mía de cuando yo fui dirigente de manada:

Yo fui Ikki (no solo es nombre de selva para niños) y cuando me dieron mi cargo de subjefe de manada mi akela me hizo que pusiera una rodilla en el suelo e hizo que un lobato (en ese entonces solo eran los scouts para hombres, no existían las secciones femeninas huuuyyyy cuantos años) me pusiera el cargo en el hombro y el akela me dijo: el cargo que vas a tener de ahora en adelante es muy pesado y muy comprometedor; pero lo más importante es que así como estás ahorita ves al lobato a tu misma altura, nunca lo olvides, siempre debes de actuar viendo desde su punto de vista y de ahí para arriba, nunca te aproveches de que eres adulto, siempre piensa como ellos, por eso estás a su nivel.

Lucrecia Jarquín Ortega
Subcomisionada Nacional de Manadas
"Al Acecho de los Valores"

20.6.08

Las ceremonias en la pedagogía scout

Tengo 42 años. Hace muchísimas lunas aconteció mi vida de manada. He vivido tantas cacerías que recordarlas todas sería algo muy difícil: ¡tantas cosas he olvidado al paso del tiempo! Pero hay algunos recuerdos que se han afianzado en la memoria y el corazón: el día de mi promesa, el día que dejé la manada para ir a la aldea de los hombres, dejando atrás la camisa blanca y el sweter azul para vestirme con la camisola gris, totalmente vacía de insignias.

Aun hoy, en muchas circunstancias, vienen a mi mente y corazón los sentimientos tan ricos que experimenté cuando Akela, en la noche del campamento, comenzó a decir: "hay un lobato que ha ido aprendiendo a cazar, ha dado sus primeras dentelladas y está comprometido con la manada"... Entonces me llamó, me hizo pasar al círculo, allí donde sólo él con su totem merodeaban. Y me preguntó que si conocía la promesa de los lobatos, la ley de la manada, las máximas de Baloo.
Me dirigió entonces unas palabras al final de las cuales recité la fórmula de mi compromiso. Y entonces comenzó a vestirme con piel de lobo: en el sweter, en la gorra fijó las insignias de los lobos y me explicó su significado.
Fue, no cabe duda, un día muy especial... el de mi ceremonia.
Desde los lejanos primeros años del siglo XX, cuando los hermanitos de los scouts fueron obligando a la fundación de las manadas, quedó claro que en esta rama, como en cualquiera otra del movimiento, no sólo había que jugar, aprender haciendo o viviendo las aventuras del contacto con la naturaleza, sino que también había que celebrar que cuando alguien es fiel a su compromiso de hacer cuanto de él o de ella dependa... suceden cosas muy interesantes.
Y ese es el sentido de las ceremonias scouts: hacer un acto ritual lleno de emoción y de sentido para que todas y todos puedan ver y experimentar que alguien ha dado un paso adelante, que es fiel a su promesa, que progresa personalmente, que ha logrado una destreza más en las especialidades y competencias.
Celebrar es darnos la oportunidad de ver que sí es posible vivir en el ideal scout y convertirlo ritualmente en una fiesta... Y así, pedagógicamente, vamos permitiendo una significativa toma de conciencia, que es pilar de toda obra auténticamente educativa.

16.6.08

Akela, ¡vámonos al antro!

Este anécdota me la contó Martín, ex-Akela de la manada del grupo 4 de Puebla.

Un día salían de cacería. Lobatos y lobeznas habían pagado su cuota. Akela todavía tenía el dinero a la mano cuando tuvieron que abordar el autobús.

Uno de los cachorros más pequeños de la manada se acercó a decirle a su Viejo Lobo: "Akela, ya no pagues y con ese dinero vámonos al antro"... ¡Son chiquitos, pero no tontitos!

¿Cuándo hacer el gran clamor?



Esta es una pregunta que frecuentemente aparece cuando uno charla con nuevos viejos lobos.

Baden Powell en su Manual de Lobatos propone que sea al inicio y al final de cada junta. Para él este aullido es la forma en la cual los miembros de la manada saludan (y se despiden de Akela)

Por otra parte, hay en el lobatismo de algunos países la costumbre de hacerlo sólo en ocasiones especiales: pases a tropa, algunas promesas, etc.

En lo personal, soy de la idea de que esto hay que hacerlo con frecuencia. Cuando he sido viejo lobo enfatizo que el gran clamor es la forma en la que los miembros de la manada le recuerdan a Akela el compromiso hecho de "ser y hacer siempre lo mejor". Se constituye así en una forma típicamente manadera de renovar la promesa.

Desde esta perspectiva a mí me parece bien hacerlo cada semana. Mi experiencia me ha dictado no hacerlo al inicio de la junta, porque con frecuencia en ese momento hay pocos lobatos y lobeznas; pero sí al final de cada junta.

Conviene, también, hacer el gran clamor en ocasiones especiales: cuando un lobato o lobezna hacen su promesa, en el nombramiento de un scouter como viejo lobo, en la partida a la tropa de alguno de los miembros.

13.6.08

¿Por qué seguir haciendo El gran clamor (aullido)?


El gran aullido (gran clamor) es una práctica de manada que continuamente despierta preguntas, en especial entre los lobateros y lobateras que recién vienen llegando a su servicio voluntario... los nuevos viejos lobos, pues...

Una de las preguntas más importantes, al menos para mí, es la que tiene que ver con el sentido de esta bellísima tradición del lobatismo... ¿Vale la pena seguir haciendo un "teatrito" que se inventó Baden-Powell y que puso en su Wolf Cubs Handbook en 1916, cuando estamos en pleno siglo XXI? ¿Hay que hacerlo nomás porque el "viejito" dijo?

El gran clamor es un saludo

La mayor parte de la literatura que he visto, dice suficiente de cómo hacer el gran clamor, pero poco de cómo hacerlo. El Manual de lobatos de BP es escueto: en su primera dentellada el fundador del escultismo dice que los lobatos saludan a Akela y algunas otras personalidades con este grito de lobo.

Una lectura un poco más entre líneas de sus líneas para los cachorros de la manada nos permite ver parte de su sentido: les dice que cuando después de nombrar a Akela en cuclillas y recordar el lema de la manada, se ponen de pie con los dedos en la cabeza simulando orejas de lobos atentos, recordando que ellos como lobatos se han comprometido a hacer lo mejor de manera dos veces "mejor" que cualquier niño, hacer lo mejor con las dos manos...

En las notas sobre el "Objeto y método del adiestramiento de los Lobatos", del mismo Manual, BP propone un "horario modelo" para una junta con la manada y en él aparece el gran clamor al inicio y el final de la junta, reforzando la idea del saludo, aun sin decirlo explícitamente.

El gran clamor es un grito de alegría

La Guía para dirigentes de manada de la Organización Scout Interamericana señala en el capítulo dedicado al marco simbólico que en esta práctica "lobatos y lobeznas se agrupan, se reconocen iguales y a través de una serie de gestos y gritos ceremoniales, al igual que los lobos, manifiestan la alegría de estar juntos" (p. 49)

El gran clamor es un recordatorio ceremonial de la promesa realizada ante Akela y la manada

Un día, el más importante en su vida de manada, un lobato o una lobezna le dijo a Akela que se comprometía a obedecer al viejo lobo y a vencerse a sí mismo para hacer todo cuanto de él o ella dependiera para ser siempre mejor, conforme Baloo se los había enseñado en sus máximas (o en la ley de la manada de la OSI).

Por la estructura del gran clamor, éste se vuelve una excelente herramienta para que Akela les recuerde una y otra vez este compromiso y lo celebren todos juntos, porque poco a poco van siendo mejores, porque pueden seguir siéndolo y porque se ayudan y se "echan porras" para ello en su manada.

Recordemos: cuando se hace el gran aullido los lobatos y las lobeznas le dicen a Akela que harán siempre lo mejor y se lo preguntan entre ellos... ¡Es todo un acto público de recordar su compromiso!

Como en todo, lo importante es el manejo que cada scouter haga de este instrumento que es de marco simbólico, pero que también es de gran utilidad para el programa educativo. El gran clamor tendrá sentido no porque lo haya diseñado BP (o su equipo de trabajo), sino porque sea una herramienta sensata para el método y el programa educativos con los cuales pretendemos ayudar a la formación de mujeres y hombres autónomos, compremetidos con el mundo, consigo mismos, con los demás y su Dios.



jrrv, junio 13, 2008

12.6.08

Danza Tabaqui

Robert Baden-Powell


Para la Danza de Tabaqui, la Manada se divide en dos secciones. La mitad de los lobatos –con un jefe que es Shere Khan- son los Tabaqui, y la otra mitad son los Lobos, quienes, por supuesto tienen con ellos a Mowgli.

Los tabaqui y Shere Khan representan su parte primero, mientras los lobos descansan y esperan en un extremo del salón (o del campo).

Los chacales forman un círculo alrededor de Shere Khan que se pasea orgulloso en el centro, fanfarroneando cuanto le es posible, y parece retar a todos y a cada uno para pelear con él, diciendo: “Yo soy Shere Khan, el Tigre Rey”. Y los chacales conforme se mueven a su alrededor, murmuran: “Chacal, chacal”.

De pronto uno de los Tabaqui sale del círculo, se arrastra hasta Shere Khan y le hace una profunda reverencia. Shere Khan, tan sólo por diversión, tira una patada a su seguidor. El chacal esquiva el golpe, hace otra profunda reverencia como si dijera “gracias” y regresa corriendo a su lugar. Todo este tiempo ha estado a la vista de Shere Khan, pero tan pronto como queda a la espalda del tigre, se produce en él un cambio radical, dejar de hacer caravanas y le hace una mueca Shere Khan.

“Bonito grupo de Lobatos, ¿no es verdad?” Pero veamos. Los lobos comienzan a moverse. Se arrojan sobre los Tabaqui y cada uno de ellos apresa a uno de estos animales rastreros. Cuando el ruido y la lucha han terminado y los lobos con sus cautivos descansan de nuevo quietos, Shere Khan, que ha estado un poco nervioso por el tumulto, mira a su alrededor, ve que se encuentra solo y piensa así: “soy más grande aún de lo que yo pensaba”. Y ruge: “soy Shere Khan, el Tigre Rey”, con la esperanza de que lo oigan los habitantes de la selva y lo crean. Los habitantes de la selva podrán creerle, pero Mowgli ha sabido siempre que el tigre no es sino un fanfarrón cobarde, y ahora avanza hacia él muy despacio, con un brazo extendido (señalándolo con el dedo) y sus ojos fijos en los del tigre. Shere Khan no puede ver al hombre, siente miedo y aun cuando continúa diciendo que él es el Tigre Rey, se va humillando hasta tenderse a los pies de Mowgli.

Con esto termina la danza y la Manada entera corre a formar el Círculo de Parada.

Tal vez crean que ésta es una danza difícil, pero realmente vale la pena enseñarla, porque los verdaderos lobatos hacen de ella algo muy interesante y sugestivo.

Otros, por supuesto, la echan a perder por no posesionarse de su papel. Todo el éxito depende de una cosa: de que en la Manada haya verdaderos lobatos, que detesten a los pretenciosos, o por el contrario, que ninguno se haya tomado el trabajo de pensar siquiera en ellos.



BADEN-POWELL, Robert, Manual de lobatos, Editorial Scout, México.

Danza Baloo


Juego: La danza Baloo

Ahora formaremos el Círculo del consejo y ensayaremos la Danza Baloo de “El Oso”. En El libro de las Tierras Vírgenes es éste el animal que enseñó a Mowgli la Ley de la Selva. Es un viejo bonachón, algo así como un policía grandote. Por lo tanto cuando se da la orden “Baloo”, todo lobato voltea a la derecha y sique qual que va delante, marchando despacio, erecto y con aire de orgullo, con el pecho salido, sus hombros hacia atrás, su barba en alto, viendo a derecha e izquierda en forma arrogante; y conforme camina va recitando en alta voz las dos Leyes del Lobato para que to do el mundo las conozca: “El lobato obedece al Viejo Lobo. El Lobato no se escucha a sí mismo”.

A la señal del Jefe de Manada o a la orden de hacer alto, los Lobatos se detienen instantáneamente, giran sobre sus talones de manera de quedar de frente al centro del círculo y se paran en posición de “Alerta”, esperando nuevas órdenes. (Si se desea hacer esta danza con música se puede tocar la pieza llamada “Picnic de Teddy Bear o Coro de los Policías, de la obra “piratas” de Penzance”).

BADEN-POWELL, Robert, Manual de lobatos, Editorial Scout, México, Pp 26-27.

La danza Bagheera




Robert Baden-Powell

Para la danza Bagheera, cada lobato se arrastra volviendo la cabeza a derecha e izquierda para buscar su caza. De repente simulan ver una pieza. Cada lobato se agazapa volviendo la cabeza hacia el centro del círculo, imaginándose que ahí hay un venado que está comiendo.

Para no ser vistos, silenciosamente se ponen en cuatro pies y voltean hacia el centro, en seguida se arrastran hacia atrás, unos cuantos pasos, retirándose del venado para no asustarlo. Luego cada lobato comienza a arrastrarse, despacio, hacia el centro. Conforme se van acercando procuran estar más cerca del piso e ir más despacio, cuando están todos muy cerca, se tienden sobre el suelo y esperan a que se les dé la orden, diciendo: “Ahora” y entonces brincan hacia delante en pos del venado imaginario, y dando un grito lo agarran y lo despedazan. Luego egresan hacia fuera y corren saltando hacia sus lugares en el Círculo del Consejo, llevando consigo y comiéndose pedazos imaginarios de carne de venado.

Durante la danza todos los Lobatos deberán estar pendientes de Akela y hacer instantáneamente lo mismo que él hace.

BADEN-POWELL, Robert, Manual de Lobatos.

El gran clamor


Robert Baden-Powell

Los lobos están sentados alrededor del la Roca del Consejo formando un círculo en el momento en que Akela, el Viejo Lobo, Jefe de la manada, viene a ocupar su lugar sobre la roca. En ese momento todos echan hacia atrás la cabeza y le dan un grito de bienvenida. Cuando su Viejo Lobo, Akela, es decir, su Jefe de Manda u otra autoridad, llegue a una de sus reuniones, deben saludarle formando un círculo, exactamente como los jóvenes lobos lo hacen, y dar el Gran Clamor de los lobatos: por tanto, fórmense inmediatamente en círculo (con rapidez: un lobato nunca camina, siempre corre).

Inmediatamente después, siéntense sobre sus talones, con las manos tocando el suelo, entre los pies, las rodillas hacia fuera.

En esta posición, al llegar el Viejo Lobo a la manda, los lobeznos echan hacia atrás sus cabezas y gritan, pero su grito significa algo. Significa que lo reciben con alegría, al mismo tiempo que están dispuestos a obedecer sus órdenes.

El lema del lobato en todo el mundo es “Siempre lo mejor”.

Así pues, cuando el Jefe de la Manada penetre en el círculo, levanten la barba y todos al mismo tiempo griten, alargando cada palabra: “A-k-e-l-a h-a-r-e-m-o-s l-o m-e-j-o-r”. La palabra mejor viva, fuerte y corta; al mismo tiempo saltaréis para poneros de pie, llevando ambas manos a los lados de la cabeza y con los dedos índice y cordial señalando hacia arriba, como si fueran orejas de un lobo.

Así se hace, más ¿cuál es su significado?

Significa que ustedes harán lo mejor que puedan, con ambas manos, no solamente con una, como lo hace la mayor parte de los muchachos que sólo saben usar la mano derecha. Lo mejor en ustedes sea dos veces superior, a lo mejor en un muchacho común.

Continúen ustedes con sus manos a los lados de la cabeza mientras el lobo llama a la Manada en voz alta diciendo “dyb, dyb, dyb, dyb”, que significa hagan lo mejor.

Después del todos los Lobatos dejan caer su mano izquierda, elegantemente, al lado del cuerpo, manteniendo la derecha en posición de saludo, nada más que ahora separados los dedos que señalan hacia arriba, para hacer el saludo y gritan “dob, dob, dob, dob”, que quieres decir: “Nosotros haremos lo mejor”. Después del cuarto “dob”, cada Lobato, con rapidez baja su mano derecha al lado del cuerpo para quedar en posición de firmes esperando órdenes.

Ahora siéntense nuevamente sobre sus talones y traten de repetir el Gran Clamor al Viejo Lobo.


Robert Baden-Powell, Manual de Lobatos. Editorial Scouts, México, 2005, sexta edición, pp 13-14.

8.6.08

Recuperar el valor de la palabra empeñada

En medio de la cultura del "papelito habla", que nació como hija de la modernidad positivista y de estado de derecho, la palabra empeñada ha venido teniendo cada vez menos valor.

En el pueblo en el cual vivo he podido conocer un señor que vendió un terreno y le entregó las escrituras al papá de una de las lobeznas de mi grupo y sólo le pidió a cambio "su palabra", nada de contratos, papeles notariales, y las cosas que se acostumbran en trances tan complicados.

Más de uno de quienes conozco pensaron que el señor está loco... y sí, lo está en la lógica imperante. Pero no en la del honor, en la de las personas honorables.

Cuando una persona honorable da su palabra de que va a cumplir algo, se muere en la raya intentando llevar a cabo lo prometido.

Sí, lo entiendo: hoy hay que educar también en una cultura de derecho, de contratos, de leyes y responsabilidades bien tipificadas, por escrito: vivimos un mundo muy complejo y los puros decires no bastan.

Pero que los decires no basten no quiere decir que no sean importantes y que un amplio espectro de la vida social y política no deban estar respaldados por la palabra de los actores involucrados. Y los scouts somos una excelente oportunidad para demostrar que la palabra -y el honor que lleva implícito- no son piezas de museo.

Decimos todos quienes portamos en el lado izquierdo de nuestra camisola (o polo o camiseta, según el uso reglamentario que hayamos optado) la flor de lis: "Yo prometo por mi honor hacer cuanto de mí depende por cumplir mis deberes para con Dios y la patria, ayudar al prójimo en cualquier circunstancia y cumplir fielmente la ley scout".

En otras palabras entregamos nuestra palabra de que haremos lo que de nosotros dependa (lo que no, ¡pues no!, diría mi compadre) por cumplir los deberes, por ayudar al prójimo y por cumplir fielmente la ley scout.

Lo hacemos no porque el jefe de tropa o de grupo o el presidente de provincia o el jefe scout nacional lo digan, sino porque nosotros dimos nuestra palabra.

En un juego, decimos la verdad porque somos honorables. Somos leales y cerramos la boca cuando hablan mal de alguien de nuestro grupo, porque somos honorables. Nos privamos de un poco de descanso en el campamento y ayudamos al pie tierno, porque somos honorables.

Esto es básico y por eso la aceptación voluntaria del compromiso llamado promesa es la piedra angular del método scout.

La propia palabra de un lobato, scout, caminante o rover es lo que nos da autoridad para pedirle un mejor esfuerzo, que esté siempre listo para servir: simplemente porque él o ella se comprometió y dio su palabra.

Este es el sentido de entregar ahora las insignias de progresión al inicio de una etapa en la vida de sección: porque creo en la palabra que empeñaste de hacer cuanto de ti depende, te invito a que hagas tu mejor esfuerzo por caminar como lobo saltador (o pista o lo que sea, dependiendo de la sección).

Hoy no queremos hacer énfasis en el premio adquirido, sino en algo más importante: en el punto de partida mismo que es nuestro honor, expresado en el valor de la palabra que empeñamos públicamente.

jrrv, junio 2008

Yo prometo hacer siempre lo mejor... (3)

3. La insignia de la promesa

Cuando uno se encuentra a algún viejo scout, a algún viejo lobato, y le pregunta si se acuerda del día de su promesa, seguramente le dirá con mucha emoción que sí, que nunca se le olvidará cuando le dieron su pañoleta... tal vez se acuerde que con ella recibió la insignia de un lobo que llevaría en el corazón y entonces recordaba la promesa.

Con el afán de dejar en claro que la insignia que nos unifica con todos quienes en el mundo se han comprometido a vivir los valores que propone el movimiento scout, se dejó de lado el lobito y se comenzó a entregar a los niños y las niñas de las manadas la flor de lis.La flor de lis morada es la insignia de la promesa. Según la normatividad sobre el uso del uniforme vigente en la ASMAC, su entrega es acompañada por la de las motas amarillas, que recuerdan que en ese acto se siembra la semilla de la mujer y del hombre de provecho para los demás, para sí mismos y para Dios.

La pañoleta, entonces, no es signo de promesa, sino distintivo de grupo. Ésta se entrega en la ceremonia de investidura -o ceremonia en la cual se entregan las insignias de grupo y de pertenencia a una provincia- de un lobato o lobezna, o de cualquier otro miembro del movimiento scout y que idealmente debería tener lugar en cuanto una persona ha decidido quedarse en el movimiento scout y hace el trámite de su registro oficial.

El consejo que suele darse actualmente a los viejos lobos es que realicen una ceremonia específica para la promesa en la cual entreguen la flor de lis a quien se compromete y que no la mezclen con otra ceremonia.

4. La fórmula de la promesa

De acuerdo al texto Bienvenido a la manada, actualmente vigente en la ASMAC, la fórmula de la promesa es la siguiente:

Yo prometo hacer siempre lo mejor
para cumplir mis deberes para con Dios y la Patria;
obedecer la Ley de la manada
y hacer una buena acción a alguien cada día.

En resumen:

  1. La promesa es el punto de partida de todo el método scout, porque expresa que es cada persona quien se compromete en vivir los valores que propone el movimiento scout y que son expresados en su ley.
  2. En la manada promesa y ley son acompañadas de las máximas de Baloo que desglosan las actitudes-valores que una y otra vez serán propuestos a los niños para que hagan cuanto de ellos dependa para vivirlos en la vida diaria.
  3. La promesa se realiza cuando el lobato o la lobezna se consideran preparados para expresar públicamente su compromiso. No se requiere pasar retos para hacerla, sino entender a la manera que lo haría cualquier niño normal el sentido de la ley de la manada.
  4. La insignia de la promesa es la flor de lis, no la pañoleta. En la ceremonia de compromiso se entrega la primera. Preferentemente la segunda es entregada en otro momento, usualmente anterior, en el cual se le dan a los miembros del movimiento scout todos los distintivos de pertenencia a éste en un grupo específico.

Yo prometo hacer siempre lo mejor... (2)

2. ¿Cuándo es momento de que un niño empeñe su palabra y se comprometa?


Esta es una pregunta que no debería ser difícil responder, pero se ha ido prestando a polémica, especialmente porque siendo algo tan significativo para cualquier ex-lobato y viejo lobo, suscita mucho interés.

Durante mucho tiempo la promesa era hecha después de "pasar y aprobar algunos retos". En tanto esto no aconteciera, los lobeznos (así se llamaba a quienes no eran lobatos promesados, con "plenos derechos") se mantenían prácticamente "despielados".

Hoy hay consenso en gran parte del escultismo en que para comprometerse basta comprender el sentido de la promesa que se hará públicamente, y la ley que se promete cumplir. Baden Powell mismo, en la cuarta dentellada de su Manual de lobatos dice a éstos que para comprometerse Akela les deberá haber explicado la ley y las máximas y ellos deberían haber aprendido la fórmula de la promesa y el gran clamor, con el cual durante toda su vida de manada recordará el compromiso que ha establecido para con los demás y consigo mismo delante de Akela.

Los ordenamientos del Esquema Nacional de Programa Educativo de la ASMAC explicitan esta lógica, señalando que la promesa es una aceptación voluntaria de comprometerse con uno mismo, con los demás, con Dios y con la ley scout (en la infancia, la ley de la manada), por lo cual no es un asunto que dependa del juicio de otra persona para ser establecido.

En ese orden de ideas, quien decide cuándo comprometerse es el lobato mismo. Esto significa, en pocas palabras, que el viejo lobo puede alentar, motivar al niño o a la niña para que exprese públicamente lo que de por sí hace si asiste con gusto a las actividades de la manada, colabora con sus compañeros, mejora de alguna forma en casa y fuera de ella. Pero el scouter no puede ser quien decida si el lobato o la lobezna se comprometen o no.

Si la vida de la manada es normalmente atractiva, si los viejos lobos una y otra vez recuerdan la ley, las máximas y su sentido y se hace un buen camino de inducción con el Bienvenido a la manada, un lobato o una lobezna estarán en condición de comprometerse con la ceremonia de la promesa en un par de meses desde su ingreso a la manada.


Un paso más adelante: ¿qué se entrega cuando se hace la promesa? Hasta hace poco tiempo, pañoleta, insignias de grupo, provincia, motas para las calcetas... ¿qué se sugiere hoy?

Este texto continúa en: http://apuntesdeviejolobo.blogspot.com/2008/06/yo-prometo-hacer-siempre-lo-mejor-3.html

jrrv, mayo 2008

7.6.08

Papá... ¡ese señor se cree lobo!

Esta anécdota me gusta contarla, sobre todo cuando en algún curso de formación con lobateras y lobateros hablamos de no sólo tener un ambiente de selva en la manada, sino de vivirlo, sentirlo, palparlo.

Un día llegó un chiquillo al local del grupo. Sus papás lo llevaban para conocer la manada, porque alguien les había dicho que eso de los scouts era muy educativo y enseñaba a los niños a ser más independientes.

No recuerdo cuál era su nombre. Simplemente lo saludé en medio de uno de nuestros juegos y llamé a alguno de los seiseneros para que lo invitara a unirse a la diversión.

Como en muchas de nuestras cacerías: una y otra vez estuvimos haciendo hincapié en que somos lobos, que somos el pueblo libre, que el lobato escucha y obedece al viejo lobo, contando historias en las que los lobitos salían airosos por hacer siempre lo mejor.

Al final de la junta, cuando el niño y el papá se marchaban, alcancé a oír a lo lejos: ¿tú crees papá? Aquí están medio locos ¡ese señor con el que me dejaste cree que es un lobo!

:)

Buena caza. Raf, akl

1.6.08

¿Cómo trabajar con las cartillas de manada?


Cuando yo era chico trabajar con las cartillas que don César Macazaga había hecho favor de realizar para la ASMAC era algo que tanto los lobatos como los viejos lobos podíamos entender fácilmente.

Había en ellas instrucciones muy claras para que quienes estábamos en el escultismo pudiéramos realizar los retos que nos ayudaban a ir siendo mejores personas, a crecer integralmente. Nosotros leíamos lo que se nos pedía, nos preparábamos para hacerlo y un día hablábamos con el viejo lobo para decirle que estábamos listos para dar la nueva dentellada y él o ella verificaban si nuestra demostración era efectiva o no (era esa época antigua donde podía haber akelas mujeres y nadie se escandalizaba, a diferencia de otros años).


Unas "cartillas diferentes": la propuesta de la Organización Scout Interamericana


Muchos, muchos años después, cuando mis hijas tuvieron edad de ir a una manada scout (imagínense mi sorpresa: no sólo había mujeres en el movimiento, sino que podían estar integradas con los hombres en una sección, pues la manada a la cual llegué era "piloto" del programa de la Organización Scout Interamericana, OSI).


Después de unas juntas, cuando decidieron unirse al grupo, nos pidieron que les compráramos uniforme y las cartillas para que trabajaran en su "progresión personal" (ya no eran retos). Conseguí ambas cosas y me quedé un poco desconcertado, no sólo por el color amarillo de la camisola, sino también por lo que ahora llamaban cartillas.


Como "buen papá" y como educador que soy, me dediqué a observar las cartillas y se me hicieron muy parecidas a libros de texto, al estilo de los que en la actualidad se hacen. Me puse a preguntarle a medio mundo que cómo se trabajaba eso y lo primero que encontré es que les pedían a los niños y niñas que "las llenaran".


Los bodoquines, fieles observantes de la solicitud de sus viejos lobos, contestaban una serie de jueguitos, ejercicios y preguntas y esperaban que sus scouters los premiaran, poniendoles un sticker, la palabra de moda para lo que en mis tiempos se llamaban pegatinas o calcomanías. Eso sí, muy bonitas, con una figura de algún personaje del marco simbólico de la manada.


Pasadas las semanas, por esos azares del destino, ingenuamente caí en la trampa cuando me preguntaron si quería unirme como scouter a la manada, que sólo serían dos horas los sábados... pero eso es otra historia.


Me incorporé a la Manada de la Rivera del Río Waigunga y me puse a estudiar la Guía para dirigentes de manada y cuanta cosa caía en mis manos para entender este lobatismo que se parecía muy poco en muchas cosas al que yo había vivido y que era muy cercano al que Baden Powell había diseñado.


La cartilla sirve para trabajar con objetivos educativos


Lo que fui entendiendo al pasar de los meses es que la cartilla era un poco confusa y que "despistaba" a scouters y lobitas y lobitos. Que lo más importante en ellas no eran las actividades y jueguitos, sino los recuadros que contienen enunciados y que son los objetivos que se proponen para que niñas y niños puedan ser mejores en su etapa de desarrollo.


¿Entonces qué era todo lo demás? Simplemente actividades pedagógicas para que los viejos lobos puedan ayudar a entender mejor a un pequeñín el sentido del objetivo que le va a ayudar a ser mejor persona y con ello cumplir su promesa.


En este sentido, la cartilla es la herramienta que los lobatos y las lobeznas tienen a la mano para saber siempre qué tanto han ido logrando los objetivos que se les proponen para progresar personalmente... Algunos le llamamos a eso: las huellas que nuestros amigos de la selva nos proponen para ser siempre mejores.


Y son herramientas para saber cómo va cada quien, porque en ellas se pega una calcomanía cuando alguien logra un objetivo -alcanza una huella-: huellas sin calcomanía son invitaciones para hacer algo y seguir caminando en la selva.


¿Cómo trabajar los objetivos educativos en la cartilla?


Realizar las actividades pedagógicas que vienen en la cartilla es muy fácil para nuestros lobit@s. Pero, ¿qué hacer con los objetivos, las huellas?


La respuesta es relativamente sencilla: DIALOGAR. Imaginémonos que un lobo saltador lee en la página 95 de su cartilla: Acepto separarme de mi familia cuando voy de campamento.


De lo que se trata es de ayudarle a entender a ese lobo si eso es algo que ya ha logrado o no o si más o menos. Y la forma para auxiliarlo es de plano tener una conversación con él... Veámosla con la imaginación:


- Hola, Chikay... ¿cómo has estado? ¿Qué tal te fue de calificaciones en la escuela?


- Hola, Akela... bien, saqué puros nueves y dieces. Mi mamá me invitó a comer una hamburguesa para felicitarme.


- A mí también me da gusto. Y como ya no hay clases en la manada nos vamos a ir de campamento para estar felices y celebrar que hemos crecido... ¡Tú ya vas a pasar a tercero!


- Sí, qué padre... ¿y cuándo nos vamos?


- Pronto... Acuérdate que en el Consejo de la Roca los viejos lobos presentamos el calendario de las actividades que propusieron y el campa quedó para dentro de dos semanas... Oye, a propósito, ¿trajiste tu cartilla, como te la pedí?


- Sí, ya se me estaba olvidando, pero me acordé... jajaja


- A ver, vamos a ver qué nos dice Rikki-tikki-tavi de los campamentos... a ver, lee aquí...


- Acepto separarme de mi familia cuando vamos de campamento con la manada.


- ¿Y qué tal, sí aceptas separarte de tu familia como dice Rikki?


- Síííí.


- ¿Te acuerdas la última vez que fuimos de campamento, ese que fue de dos noches, cuando tu hermanito Ikki hizo su promesa?


- Sí, me acuerdo...


- ¿Te acuerdas que lloraste las dos noches y querías que tu mamá te fuera a recoger?


- (con un poco de sonrojo): ah, pero es que estaba jugando...


- Acuérdate que el lobato y la lobezna siempre dicen la verdad.


- Bueno, la verdad es que si los extrañaba, sobre todo cuando nos llovió muy fuerte y se nos inundaron las tiendas de campaña y todo estaba muy oscuro.


- Entonces, ¿sigues pensando que siempre aceptas separarte de tu familia cuando vas de campamento con la manada?


- Bueno, a veces sí y a veces no...


- Entonces, podemos echarle ganas en nuestra próxima cacería... ¿cómo ves?


Quisiera detenerme en algunas cosas de esa charla imaginaria: el scouter no es la personas que debe decirle al niño si ya logró o no el objetivo, sólamente es un acompañante que le va a ayudar a entender a qué es invitado con el objetivo y qué tan cerca o lejos está de lograrlo.


Es cada lobato y cada lobezna quien tiene que decir la ÚLTIMA PALABRA respecto de sí mismo. Y es que sólo así podrá saber si puede hacer algo para progresar personalmente. Con el tiempo recordará su actitud y conducta anterior y la que ahora tiene y valorará que logró algo que se propuso y para lo cual inventó sus propias actividades educativas.


Algunas consideraciones finales


Las cartillas tienen diferentes usos. Ayudan al lobato y la lobezna a familiarizarse con las tierras vírgenes y vivir el ambiente de fantasía de la selva, le permiten conocer algunas de las historias de Mowgli y sus amigos.


De la misma forma lo van poniendo delante de las cosas que tiene que ir conociendo del movimiento scout: la promesa, la ley, su marco simbólico, quién fue Baden Powell, cómo salir de campamento, cuáles son los nudos que le ayudarán en sus cacerías y cosas de esas.


Todavía más: lo confrontan con las huellas que ha de seguir en la manada y que le presentan Bagheera, Kaa, Baloo, Rikki, Kotik y el buenazo de Francisco de Asís para que descubra qué tantas cosas tiene todavía por lograr para ser siempre mejor. En esto reside su VERDADERA IMPORTANCIA.


Se constituyen, por ello, en la herramienta de pogresión personal en la cual puede mirar en qué ha crecido como persona y en qué puede comprometerse -fiel a su promesa- para seguir creciendo. Y para entender mejor todo ello tienen el apoyo de algunas actividades pedagógicas que pueden ir realizando mientras viven la vida de la manada.


El papel de los viejos lobos es estimular el uso de las cartillas y utilizarlas como medio para dialogar con lobatos y lobeznas individualmente sobre el logro de objetivos que después que es necesario para reconocer en qué etapa de progresión está cada quien y expresarlo simbólicamente con las insignias de los lobos pata tierna, saltador, rastreador y cazador.


Lo ideal es que el viejo lobo que acompaña a algún lobato o alguna lobezna, ayude a que él o ella recorran en una primera leída toda la cartilla para que realicen su diagnóstico personal de progresión y a partir de ello sean acordadas metas para alcanzar huellas y las pequeñas y pequeños de la manada comiencen a aprender a diseñar sus propias actividades educativas.


El diagnóstico que es establecido se expresa en términos de calcomanías pegadas en la cartilla o calcomanías por pegar (objetivo logrado en el primer caso y por lograr en el segundo). En el transcurso de la vida de manada cada lobo y loba irán teniendo más calcomanías y con ello se darán cuenta de que sí es posible ser mejores cada día.